lunes, 24 de abril de 2017

El Rococó en Alemania





PINTURA
Una de las principales figuras germánicas es Franz Anton Maulbertsch, activo en una vasta región de Europa Central y Oriental decorando numerosas iglesias; es uno de los grandes maestros del fresco del siglo XVIII, muchas veces comparado a Tiepolo por la elevada calidad de su obra. También deben ser incluidos como maestros importantes del Rococó germánico monumental Johann Baptist Zimmermann, Antoine Pesne, Joseph Ignaz Appiani, Franz Anton Zeiller, Paul Troger, Franz Joseph Spiegler, Johann Georg Bergmüller, Carlo Carlone, entre muchos otros, que dejaron una marca en sus obras en palacios e iglesias.
ESCULTURA
Destacan Joseph Anton (1696-1770) y el bávaro Johann Baptist Straub (1704-1784).

ARQUITECTURA
El rococó francés, al irrumpir en Alemania, se fusiona con el barroco germánico. Bebía también del barroco recargado y de procedencia italiana. Arquitectos como Borromini o Guarino Guarini sirvieron como fuente de inspiración a las pequeñas cortes alemanas que deseaban imitar lo francés y recurrían con frecuencia a arquitectos de dicha procedencia. Destacan la basílica de Ottobeuren (Baviera), el Palacio Solitude de Stuttgart, el palacio Augustusburg en Brühl o el palacio Falkenlust, también en Brühl; también se deja notar en iglesias y campanarios solos o en pareja, sobre todo en el sur del país, donde en contadas ocasiones dejaban entrever desde el exterior los esplendores que albergaban. Ejemplo de ello son la basílica de Ottobeuren, en Baviera, o la Wieskirche (iglesia del prado), proyectada por Dominikus Zimermann y situada en las proximidades de Füssen y Oberammergau, también al sur de Baviera. Fue el arquitecto François de Cuvilliés, el que realizó las obras más directamente relacionadas con los modelos franceses del rococó, tal y como hizo en la decoración del palacio de Nymphenburg. Otro arquitecto de reconocido prestigio fue Johann Balthasar Neumann, quien, apoyándose en los modelos de Guarino Guarini, levantó estructuras empleando entonces la decoración característica del rococó. Entre sus proyectos más destacados se encuentran la residencia del Obispo elector de Würzburgo y las iglesias de Neresheim y Vierzehnheiligen. En Postdam, Georg Wenzeslaus von Knobelsdorf realizó para Federico el Grande el palacio de Sanssouci, a imagen y semejanza del Trianon. En Prusia, Matthaus Daniel Poppelmann (1662-1736), construye en Dresde el pabellón de fiestas del Zwinger, cuidando que armonice con el paisaje. Las escaleras con curvas en todos los sentidos dan alegría tanto al edificio como a los jardines mientras las grutas y fuentes albergan todos tipos de personajes mitológicos. El castillo del Belvédère, en Viena, es otra muestra de éste estilo.


El Rococó Y La Iglesia Católica
La basílica de Superga.
Una visión crítica del Rococó en el contexto eclesiástico fue sostenida en la Enciclopedia católica. Para la iglesia, el estilo Rococó se podía asimilar a la música profana, contrapuesta a la música sacra. La carencia de simplicidad, la exterioridad y la frivolidad tenían el efecto de distraer del recogimiento y de la plegaria.
Con todo, eliminada su exterioridad más explícita, el resultado pudo ser aceptado como en consonancia con un ambiente dedicado al culto. En el desarrollo del Rococó, encontramos una decoración compatible con el aspecto sagrado de las iglesias.

                           
Capitel rococó en Steinhausen.
Los artistas franceses parecen no haber considerado nunca la belleza de la composición del objeto principal, mientras que los alemanes hacen de la potencia de las líneas su característica principal. En el interior de las iglesias, el Rococó pudo ser tolerado, dado que los objetos eran pequeños como un vaso, una mesita de un corazón, una luz, una barandilla o una balaustrada y no eran demasiado evidentes a la vista. Resulta estar más en consonancia en la sacristía y en ambientes no propiamente de culto, más que en la iglesia propiamente dicha. El estilo Rococó se adapta muy mal al oficio solemne de la función religiosa, con el tabernáculo, el altar o el púlpito.
En el caso de grandes objetos, la escultura rococó resulta bella, pero a la vez se encuentra un parecido con el Barroco. Los elementos fantasiosos de este estilo no se adaptan a las grandes paredes de las iglesias. En cualquier caso, todo tiene que ser según la situación local y las circunstancias. Hay piezas del Rococó auténticamente bellas, mientras que algunas otras no responden a los cánones e intentan asimilarse a objetos sacros.
Entre los materiales utilizados en el estilo rococó figuran la madera tallada, el hierro y el bronce, utilizado en la construcción de balaustradas y portales. Un elemento distintivo es el dorado que cubre los fríos materiales metálicos, más aceptables para la implantación en ambientes no profanos.

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